El cine japonés ha evolucionado hasta lo que conocemos hoy en día, debido a la gran cantidad de cambios que ha sufrido a lo largo de la historia, que van desde sus inicios en representación del tradicionalismo en el cine, pasando por la censura del gobierno, hasta el reconocimiento del cine nipón en el mundo.
El cine llegó a Japón, como al resto del mundo, de la mano de emisarios Lumiére. Gabriel Veyre y Constant Girel limitaron su trabajo con el cinematógrafo a capturar la realidad colocando la cámara sobre las calles y plazas de las principales capitales niponas. Inocentemente habían iniciado uno de los principales rasgos característicos del cine japonés: la contemplación. Los cineastas del país encontraron en ella la manera más fiel de representar su realidad, ya sea con la contemplación de su sociedad, tanto de sus actos más banales, como de su cultura.
Principios del cine japonés.
Hay que tener en cuenta que el público nipón tenía un gusto muy diferente al europeo: estaban acostumbrados a visionar obras de teatro de tres horas de duración, de forma que los cortometrajes que estaban en alza en la época les resultaban insuficientes y se tenían que proyectar hasta tres películas seguidas.
Estos teatros eran conocidos como kabukis y contaban con benshis, comentaristas que, por diferencias del idioma, explicaban lo que sucedía en pantalla. Se convirtieron en personajes influyentes. El entretenimiento dependía de ellos y, en ocasiones, hasta se les sobornaba para que adelantasen lo que iba a ocurrir en el siguiente acto.
En aquella época, en los cines, existian los Benshis, comentaristas que, por diferencias del idioma, explicaban lo que sucedía en pantalla
Superada esta primera fase primitiva, el cine japonés avanzó hacia dos corrientes: el Jidai-Geki, representaciones de leyendas y mitos clásicos grabados en los estudios de Kyoto, y el Gendai-Geki, cintas sobre temas contemporáneos grabados por lo general en Tokio.
Influencias occidentales.
Encontramos aquí un segundo rasgo del cine japonés: el arraigo por su historia y sus mitos. Un cine muy clásico que pasó a un segundo plano cuando una nueva generación de cineastas japoneses regresó a su tierra natal tras haber estudiado cine en las escuelas europeas y norteamericanas.
Tanto fue así que, a partir del año 1916, el cine japonés llegará a Hollywood. Aunque es cierto que esto propició una cierta influencia por parte de estas regiones, esta primera generación de directores, entre los que se encuentra YASUJIRÔ OZU, supo en todo momento trasladar las inquietudes japonesas sin perder la firma estilística de su cine.
El cine llegó a Japón, como al resto del mundo, de la mano de emisarios Lumiére
PRIMERA EDAD DE ORO
En 1930 llegó el cine sonoro con la película MADAMU TO NYOBO, de HEINOSUKE GOSHO. Desaparecieron los comentaristas y surgieron, en su lugar, guiones escritos por figuras famosas e intelectuales.
Diez años más tarde se implantó un gobierno militar y se prohibieron las películas de Hollywood. He aquí una de las decisiones más importantes del cine japonés: en pleno crecimiento estilístico y formal, con directores jóvenes que seguían modelando las características de su arte, los cineastas nipones se vieron privados de cualquier influencia exterior.
De 1945 a 1952, Japón estuvo ocupado por los norteamericanos, y las películas históricas fueron prohibidas para evitar que se regresara al nacionalismo que había originado la guerra, incitando así a la realización de películas modernas y de actualidad, de los géneros que se producían en América.
Durante estos años, la producción del cine japonés se redujo un 25 % y se estableció un sistema de censura que prohibía cualquier filme relacionado con el feudalismo, el amor a la guerra o el culto a la venganza, tópicos habituales de las décadas anteriores.
En la otra cara de la moneda, y fruto de la estructuración que se llevó a cabo durante la ocupación norteamericana, durante esta época se produjeron algunas de las películas de autor más importantes de la historia de este país, como RASHOMON, de AKIRA KUROSAWA, ganador del León de Oro en el Festival de Venecia (1951), o CUENTOS DE LA LUNA PÁLIDA, de KENJI MIZOGUCHI, León de Plata tres años después (1954). LA PUERTA DEL INFIERNO, de TEINOSUKE KINUGASA, ganó el Festival de Cannes y se convirtió en la primera película de habla no inglesa que se llevó una estatuilla en los Oscar.
SEGUNDA EDAD DE ORO
La segunda edad de oro del cine japonés se produjo alrededor de los años 60. Había seis majors que controlaban prácticamente toda la producción del país: Nikkatsu, Shochiku, Daiei, Toho, Toei y Shin Toho.
Con la llegada de la televisión, los espectadores disminuyeron a 22 millones al año, y se empezaron a buscar soluciones a este problema; el gusto de los jóvenes había cambiado mucho y Shochiku se fijó en el cineasta NAGISA OSHIMA, que con su cine había logrado expresar el desgaste de las nuevas generaciones.
En 1976 se realizó una película que convirtió al cine japonés en una novedad absoluta: EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS, de NAGISA OSHIMA, basada en una historia de amor que fue censurada y rechazada (trataba de hacer el amor hasta el extremo de morir); en Japón no llegó a proyectarse hasta unos veinte o treinta años después de su creación.
En los años 70, el cine japonés alcanzó los 400 millones de espectadores, y Japón se convirtió en la mayor productora de películas del mundo, superando a Hollywood, con más de 700 películas al año exportadas internacionalmente.
Toho se especializó en un nuevo género del cine japonés con GODZILLA (GOJIRA originalmente); Toei, en Yakuza (mafia japonesa); Nikkatsu, en porno soft, y Shochiku, en comedias románticas. Daei se declaró en bancarrota en 1971.
En los años 80 apareció cierta nostalgia por la infancia y tiempos anteriores del país, como RÍO TURBIO, de KOHEI OGURI, y se produjeron películas con una acción demasiado estática.
Cine japonés en la actualidad:
A partir de los años 90, entre 200 y 250 millones de espectadores acudían al cine en Japón. De las grandes majors solo quedaban tres y dedicaban más dinero a distribuir que a producir. Grandes directores como TAKESHI KITANO o SHOHEI IMAMURA acabaron independizándose y realizando otro tipo de películas más independientes, como FLORES DE FUEGO o LA ANGUILA, ganadora de la Palma de Oro en 1997.
Los temas cambiaron. El cine japonés, que antes otorgaba una gran importancia a la naturaleza (cultura zen: negación de la existencia), pasó a mostrar en su cine ciudades caóticas con contaminación y superpoblación, neurosis del hombre, soledad, violencia.
El cine japonés de animación surgió también en los noventa con HAYAO MIYAZAKI a la cabeza. Suya es EL VIAJE DE CHIHIRO, primera película de animación japonesa en llevarse un Oscar y en ganar el Festival de Berlín.
Destaca también el resurgimiento del cine japonés de terror y el “efecto kimono”, movimiento que da nombre al reconocimiento del cine japonés a nivel internacional, sobre todo a partir de la película ZATOICHI (2003), de TAKESHI KITANO.
En la actualidad destaca, entre muchos otros, la directora NAOMI KAWASE (AGUAS TRANQUILAS, UNA PASTELERÍA EN TOKIO), ganadora del Gran Premio del Jurado en Festival de Cannes de 2007.
¿Qué te pareció la historia del cine japonés? ¿Has visto algunas de estas películas? Queremos saber tu opinión, comenta y compártela con nosotros.
2 comentarios
[…] temática y minucioso desarrollo de personajes ha logrado miles de fans alrededor del mundo. En el cine no ha sido la excepción, las películas de animación japonesa han logrado abrirse paso en el […]
[…] Cine Japonés […]